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adstera

mercredi 14 décembre 2011

Consejos que nadie me pidió. [Reflexiones festivas. Viene largo, aviso. Je.]

Mafalda navideña 

Ya saben que no soy muy fan de las “fiestas” navideñas. Me encanta el sentido que tiene la Navidad que es recordar el nacimiento de Jesucristo, pero el festejo, el hacer comida y juntarse no me agrada demasiado. Soy media Grinch en ese sentido, juas…

Diciembre no es mi mejor mes tampoco, no solo por las “fiestas” si no porque tuve el accidente el 31 de diciembre del ‘98 que me dejó en wheelchair/silla de ruedas (si, me elijo las fechas yo también), falleció mi mamá ese mismo día en el accidente, y en el 2009, el 8 de diciembre, me entran a robar a casa a las 4 de la mañana con todos nosotros adentro. Así que ya ven, por más que quiera hacerme la distraída hay muchas cosas que están ahí, latentes…

Pero a pesar de todo eso trato de que no me afecten demasiado los recuerdos (obvio que me afectan pero lo disimulo muy bien, ajaja) y le pongo – como decimos acá – garra, buena onda y le doy para adelante.

Y ayer en un flash del timeline de mi cuenta en Twitter en el TweetDeck (si, pasan súper rápido los tweets, ajajaa!) leo algo que me llamó la atención así que “rebobiné” el timeline y lo busqué.

No voy a poner de quién es porque después me acordé que esa persona había pasado unos momentos bastantes duros en su vida durante este año que está terminando y cada uno los afronta como puede y como sabe hacerlo, pero me dejó pensando. (Si, a veces pienso). (Ah, y espero que no se me enoje, ajaja!)

Esto es lo que decía el tweet:

Definitivamente no quiero que pasar estas fiestas. No hay ganas de festejar, no hay familia que antes había, no hay felicidad, no hay dinero

Como puse antes, leer ese tweet me dejó pensando pero en lo que me pasó a mí, en que tengo bastantes motivos para no “festejar” nada ni pasar las fiestas, y por que en parte me sentí identificada en algunas cosas que enumeraba en su mensajito, como por ejemplo que me faltaba algún familiar y que no había dinero.

También ayer me decían en Twitter “cualquier persona en tu lugar (me incluyo) ya se hubiera rendido...” Ese comentario (que es una parte del original) vino por lo que estoy en silla de ruedas pero parece que “no se nota” cuando escribo mis tweets o mantengo una conversación por Twitter.

 

No soy quién para dar “consejos” cuando no me gustan que me los den a mí y menos si nos los pedí. Si, así de áspera soy, je je. Aparte que cuando no conozco a la persona no me meto en su vida (como me gustaría que hicieran conmigo, que no se metan en mi vida, digo, ¡juas!, pero bueno…) así que por más ganas que me dieron de decirle algo a esta persona que escribió el tweet no lo hice por todas las razones que mencioné antes.

Pero se me ocurrió que podría dar un “consejo”  - o mi punto de vista aunque no me lo hayan pedido (mi ambivalencia, jeje) - y aunque tal vez nunca lea a mi post esta persona o cualquiera que esté en un estado triste o medio depresivo, quise escribir lo que pensé cuando leí el tweet.

Acá vamos. Viene largo, así que el que avisa no traiciona, jeje.

  • Cuando te pasa algo que no entendés y que deja marcas en tu vida ya sean cicatrices visibles o cicatrices internas en el alma.
  • Cuando todo se ve gris - o negro directamente - y no querés hacer nada de nada solo llorar o quedarte sumida en un estado “vegetativo” que implique simplemente respirar sin pensar siquiera.
  • Cuando todo a tu alrededor se cae en mil pedazos.
  • Cuando alguien de tu familia muere ya sea por una enfermedad o un accidente inexplicable.
  • Cuando querés literalmente morirte para terminar de sentirte mal anímicamente o físicamente.
  • Cuando la plata no te alcanza para comprar un mísero regalo a tu hijo para Navidad aunque el diga que no le importa, que igual te quiere…

Cuando te suceden estas cosas y muchas otras cosas más que solo vos sabés, puedo decirte que a pesar de todo eso, uno puede sobrevivir y pensar que siempre al final de la tormenta sale el sol.

No es fácil sobrevivir, no es fácil sobreponerse a todas las cosas “malas” que nos suceden, pero hay que intentarlo.

Intentar pensar que:

  • Hay cosas que se escapan de nuestras manos y que no podemos hacer nada para evitarlo y eso que a veces lo intentamos…
  • Hay cosas que dependen de otros…
  • Hay cosas que dependen de Dios…
  • Hay cosas que podemos solucionar de alguna manera…

Siempre, siempre hay una manera o una vía de escape (la muerte no es una de ellas, aclaro), siempre hay alguien que nos necesita, siempre hay algo que podemos hacer.

No es fácil, no no, definitivamente NO es fácil pero vale la pena intentarlo.

Por ejemplo, lo que me pasó a mí  - personalmente -  solo me pasó a mí, nadie puede “entenderlo”, nadie puede comprenderlo del todo…

Tal vez alguien podrá mostrar empatía y tratará de ponerse en mi lugar, pero si no le pasó algo parecido o similar, no puede comprender la magnitud de lo que me sucedió. No todos quedan en una silla de ruedas por un accidente que te deja con secuelas que a más de uno avergonzaría (pañales, ano contra natura, cicatrices visibles en brazos y piernas, y otras cositas más, je).

Hay otros que no quedan en silla de ruedas de manera visible, pero su alma o su espíritu (depende de lo que creas), queda “incapacitado” para seguir “caminando” en la vida cargando con la mochila de cosas negativas y tristes que le pasaron, y la mayoría de la veces sienten que no pueden seguir adelante y se dan por vencidos.

Darse por vencido…

Antes de darnos por vencidos esto es lo primero que nos dicta nuestra mente, lo primero que nos viene a la cabeza:

No podés seguir así, mirate como estás, mirá lo que te pasó, todo te va mal, ¿para qué intentarlo si no sirve de nada?

Está en nuestra naturaleza el flaquear y darse por vencido.

Todos, en algún punto, sentimos que ya no podemos más, que todo podría terminar en ese momento y que no importaría nada porque solo queremos dejar de sufrir.

Yo pasé por eso…

Estuve tirada en una cama de hospital con tubos por todos lados (en TODOS lados) hasta para alimentarme. Hierros en las piernas y en la cadera. Sola a 1500 kms de distancia de mi hijo de 2 años. Con médicos que decían que no iba a vivir, que me iba a morir y que no se podía hacer nada; con dolores inimaginables…, tanto dolor sentía (físico y mental) que llegué al punto de desear la muerte para dejar de sufrir…

Y aún así, con todas esas cosas sucediéndome hubo momentos en que me venía a la mente toda confundida y drogada con Morfina y calmantes de todo tipo, que por algo pasaban las cosas, que por algo o para hacer algo había sobrevivido a semejante accidente y que costara lo que costara, TENÍA que salir adelante.

Querer es poder decía mi santa madre, así que QUISE salir adelante, quise sobreponerme.

Y si bien mi principal objetivo era hacerlo por mi hijo, el viento bajo mis alas, mi Retoño adorado, también lo quise hacer por mí.  No podía darme por vencida ni aún vencida, nadie podía decirme que yo me iba a morir, ¡no después de haber sobrevivido al accidente! No señores médicos y enfermeros, definitivamente estaba viva, estropeada, magullada, herida tanto en el cuerpo como en la mente (estuve bastante depresiva los primeros meses en el Fernández), pero VIVA.

¿Que no iba a poder caminar? (Primeros diagnósticos) ¿Que no iba a poder sentarme jamás ni en una silla de ruedas? ¿¡Qué iba a quedar en una silla de ruedas?!

¡Ni importa! ¡No importaba NADA! Estaba VIVA, mi hijo estaba vivo (lo había cambiado un rato antes al auto de mi hermano así que no iba en el auto que tuve el accidente), mi mente estaba lúcida (ok, ya era media crazy antes del accidente, así que… Aajajaaa!), mi cuerpo estaba todo hecho percha pero no importaba, estaba VIVA. (Hecho percha es una manera de decir que estaba destruidísimo, jaja).

¿A dónde quiero llegar?

Que te puede pasar lo peor como la muerte de un ser querido, o padecer una enfermedad, o un accidente. O podés quedar en la miseria y no tener plata ni para comer a veces, y ni para comprarle cosas a tu hijo que sabés que necesita. (O cosas que vos necesitás si no tenés hijos).

O te pueden engañar, o te pueden desilusionar, o te pueden pasar las peores cosas - todas juntas a veces… -, pero estás VIVA, estás VIVO y eso es lo que importa.

Ah, y si podés caminar, está hecho...  ¡Aajajaa! 121E78~12 Sorry, no pude con mi genio.

 

Así que mi consejo es que aunque pienses que no hay motivos para festejar o para seguir adelante y aunque creas que todo está perdido, te aseguro que hay cosas peores (definitivamente hay cosas peores, ponete a pensar y las vas a encontrar), que los que te rodean no tienen la culpa de lo que te está pasando - y si es así, buscá la manera de que no te afecte lo que los demás hacen o dicen –,  y que vos sos el único que puede encontrar la forma de sobrevivir.

No es fácil, duele, hay frustraciones, hay desilusiones…, pero si tenés una actitud positiva, de alguna manera vas a encontrar la forma de sobrellevar lo que te pasa. No es fácil, repito, pero vale la pena intentarlo.

Si no, mirá lo que dice acá:

Si plan A no funciona, alfabeto tiene 26 letras

SI el “Plan A” no funciona, el alfabeto tiene 25 letras más!

Mantén la calma.

 

 

Ok, hagamos un paréntesis acá.

Soy consciente de que no todos tienen la capacidad de sobreponerse a todas las cosas malas porque cada uno fue educado, criado, o formado de distinta manera.

Algunos habrán sido maltratados, a otros les habrá sucedido cosas que a mí no me sucedieron ya sea a nivel físico (hay otras dolencias, otros accidentes que dejan otras secuelas) o a nivel psíquico (hay abuso psicológico que deja huellas imposibles de borrar o rellenar), así que yo puedo mostrar empatía hasta por ahí no más por el simple hecho de que no me pasó exactamente lo que le pasó a esa persona.

No todos tiene una familia en que apoyarse, amigos, si estaban enfermos no todos encontraron unos médicos que hicieron todo para ayudar o unos psicólogos o terapeutas que les dieron las armas necesarias para elaborar duelos y aflicciones (yo las tuve – si, fueron dos psicólogas, divinas ellas - pero otros no tienen esa suerte).

No todos tienen un motivo para sobrevivir. (O no lo encuentran).

Y todos somos únicos e irrepetibles.

Pero estoy convencida, es más, tengo la esperanza de que todos tenemos algo a qué aferrarnos. Solo hay que saber buscarlo.

O solo hay que reconocer que necesitamos ayuda.

Cerremos el paréntesis.

 

Para terminar con estos consejos que nadie me pidió - pero igual lo hago porque yo soy así, ajajaa -, solo quiero repetir dos cosas:

Querer es poder.

Pensá que siempre al final de la tormenta

sale el sol.

No es fácil, lo sé… Hay veces en que no tenemos motivos para festejar, es cierto.

Pero si nos ponemos a pensar detenidamente en las cosas simples de la vida les puedo asegurar que vamos a encontrar por lo menos una cosa para festejar…

 

En mi caso, es mi hijo Damián, el viento bajo mis alas

 

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Say No More.

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