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mardi 11 janvier 2011

Saliendo con mi Hijo Damián.

Nota antes de seguir… Lengua fuera

mami leona y- retoño leonEn vez de “Saliendo con mi Hijo Damián.”, iba a poner “Saliendo con mi Retoñor”, pero no, el retoño ya pasó a ser un adolescente – con todas las letras y lo que eso trae aparejado, ¡ajaja! Lengua fuera - de 14 años, 1.78 m, que calza 44 y parece un joven de 18 Guiño.

Aparte ya me dijo que la corte con eso de retoñor. jijiji1

Sigo con el post. Desternillado de risa

 

Hoy salí con mi Hijo Damián. Dami para los amigos. Lengua fuera

Fuimos al centro a comprarle remeras porque el muy adolescente, por suerte, crece para arriba y no para los costados como la madre que lo trajo al mundo, o sea, Yo. ¡Ajajaja! Lengua fuera  Aparte ligó zapatillas porque las que tenía se las había comprado tres meses antes de terminar las clases y ya no daban más las pobres.

Hasta acá dirán: ¿Y esteban? Traducido sería: ¿Y esta?

Bueno, salir con #Hijo al centro estando yo en silla de ruedas es una aventura digna de contarse. Sonrisa

Empezando con que es un suplicio encontrar un taxi donde quepa mi silla de ruedas en el baúl, ya que con esto de la economía de nuestro bendito país, los taxistas tienen que abaratar costos con el combustible y al cambiar el sistema de nafta a gas, porque parece que les conviene más, el tanque de gas en el baúl achica espacio y mi wheelchair no entra. Así que cada vez que llamo a mi parada amiga, tengo que aclarar que soy Yo, – y si, ya me conocen, ¡ajajaja! – y que me manden un taxi con baúl grande.

Tardan un poquito, pero viene taxi. Y por suerte hoy me tocó un chofer buena onda. jiriY si, hay cada uno que a veces dan ganas de…, de no subir más a ese taxi, ¡ajajaja! Lengua fuera

 

¿Qué pasa cuando llegamos a destino?

Trelew está en la onda rompamos calles, veredas y dejémoslas así rotas, total, nadie dice nada. (Excepto Yo, que olvidando mis buenos modales puedo esbozar alguno que otro epíteto, pero como ando con Retoñor, debo guardar la compostura… Sarcástico)

Así que mi santo Hijo tiene que lidiar con veredas rotas, calles llenas de piedras, baches, y algunas rampas que están hechas por algunos cerebritos de mosquito que no se percataron que las rampas deben ser, a ver, repitan conmigo: accecibles. 

Ok, no todas, debo reconocer que salvo el detalle de que el nivel con la calle tiene más de 5 cms, podemos decir que esos 5 cms son “manejables”, y hasta yo solita podría sortearlos si la rampa no fuera tan empinada. Pero bueno, todo no se puede che…

Sorteado los obstáculos están los negocios que tienen escalones.

Ok, acá hago una pausa. Algunos me dirán que como estoy en silla de ruedas pretendo que las cosas sean distintas, y SI, tengo tanto derecho como los que caminan de entrar a un negocio ya sea por mis propios medios – empujando la silla de ruedas – o empujada, en este caso por mi Hijo, que repito, tiene 14 años, mide 1,70 m, parece más grande y tiene la fuerza de una persona grande; pero convengamos que si saliera con mi sobri-retoñito que tiene 10 años y contextura mediana, no podría empujarme en ciertos y determinados lugares.

En fin, Damián tiene la fuerza y la cancha suficiente – es decir que se da maña o ha encontrado la manera de hacerlo – para maniobrar y “subirme” el escalón si mide hasta 15 cms, porque hay negocios que tienen escalones de 30 cms o más, se los aseguro. Echando humo

Entramos al 1º negocio. En este caso fue el local de CLARO en Trelew que está en la Avenida Fontana. Obvio que me mando a la caja de una, seguida por las miradas asesinas - de los que están haciendo la cola para pagar facturas de celulares - que siento sobre mi cabeza, y que supongo que sentirá mi Hijo en sus espaldas. Sorpresa  Me estaciono al lado de la cola que está haciendo la gente – tampoco soy tan salvaje de meterme de prepo o a prepo, o whatever se diga che -  y espero a que la cajera me de la señal de que me toca a mí.

(Abro paréntesis. Ahora, si la cajera no me da la señal, ahí si me mando de una! Risa a carcajadas ¡Ajajaja!. Soy mala lo sé. Cierro paréntesis.)

¿Qué pudo haber pasado en CLARO? Bueno, termino de pagar la factura del celular del autor de mis días, y quiero hacer una carga virtual a mi celular. La cajera me dice que espere porque demora un poquito. Espero, espero, espero…, las miradas asesinas dirigidas hacia mí se iban acentuando y los suspiros cargados de ira iban en aumento, cuando de repente dicen: Lo siento, pero se cayó el sistema.

¡Ay mamita! ¡Se alborotó el gallinero! Empezaron a vociferar que porque no ponen más cajas - esa era una vieja que quiso decir que pusieran una caja para la discapacitada, ¡ajajaja! Sesee, ¡me Río de Janeiro! Pobre “señora”, por más cajas que pongan si el sistema se cae, se cae para todos, ¡juas! Lengua fuera -, que no era posible, que patatín que patatán, y mientras tanto Retoñor me iba empujando la silla de ruedas rapidito hacia la puerta, tan rapidito que tuve que frenarlo un poco para saludar a un amigo que trabaja ahí. Risa a carcajadas

Cuando salimos de CLARO, Damián me dice: “Ay mamá, ¡qué bolonqui* se armó!” Y nos matamos de risa los dos a las carcajadas. Guiño (*bolonqui = lío = alboroto.)

Anduvimos 2 metros y nos metimos a un negocito que no tenía escalones, era chiquito, pero nos trataron re bien. Sonrisa

Seguimos nuestro viaje–aventura hacia el cajero para sacar dinero y seguir con las compras.

Resumiendo: sorteamos baches, veredas rotas, hubo un par de negocios con rampas haarrmmoossaass para entrar y donde nos atendieron súper bien y rápido.

Eso sí, hubo gente que se admiró – y me lo dijo - de que a pesar de estar en silla de ruedas, estuviera riéndome, convenciendo a Retoñor con bromas para que se probara la ropa – cosa que mi hijo aborrece, igual que la madre, jajá – y que me tomara la vida que me tocó vivir con buena onda.

Y como siempre, mientras hablábamos, les dije parte de mi secreto:

1º: nadie tiene la culpa de mi accidente.

2º: como nadie tiene la culpa, no tengo que andar amargada ni amargando a los que me rodean.

3º: que si bien mi mamá me decía que querer es poder, también me decía que a veces, más vale maña que fuerza. ¡Ah! Y que la necesidad tiene cara de hereje, ¡ajajaja! Lengua fuera

Luego de nuestras peripecias volvimos a casa porque ya estábamos muertos de calor los dos, porque entre los 43 ºC de sensación térmica del lunes y el solcito que estaba pegando lindo, ya a las 10 de la mañana, era la hora perfecta para volver a casa.

Y mi retoñor, perdón, mi Hijo Damián agradecido, no solo por las compras, ¡sino porque iba a descansar de la madre que lo trajo al mundo! Burla

Y así llegamos al final de la aventura. jereje11

 

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Siempre que salgo me encuentro con gente que se admira de mi “actitud”, porque pareciera que por estar en silla de ruedas, uno debe actuar o demostrar que es una “condena”, o que debe inspirar lástima por haber quedado en esa condición de “discapacitada”, como la mayoría nos etiqueta.

Como dije ayer en mi post, no ando toda jocosa y riéndome todos los días, hay días que amanezco bastante dolorida – más de lo habitual - y hasta con rabia porque no pude dormir bien – y no por el calor, es es otro tema –, o porque las cosas no me salen como yo quiero. Y si, hay cosas que no dependen de mí, sino que son cosas ajenas a mis ganas y buena voluntad, es decir, cosas que dependen de los demás y que por más que yo quiera cambiarlas no está en mis manos. ¿Por ejemplo? Que se cumplan mis derechos y realmente me pueda sentir incluida en la sociedad, cosa que muchos hablan y hablan, pero en la práctica, al menos en mi ciudad, hay lugares en que en vez de incluirme, me excluyen, y si por algunos fuera, debería quedarme en mi casa y “no molestar” a los “normales”. Si si si, hay gente que piensa así.

 

Y si vengo repetitiva con el tema de la actitud y la buena onda, es porque muchas veces por repetición es que las cosas se asimilan y porque para mí, levantarme cada mañana y decidir ser feliz es un ejercicio diario, porque les aseguro que si me dejara llevar por todas las cosas que “supuestamente” no puedo hacer porque estoy en silla de ruedas, no estaría sentada (cuack! Lengua fuera) frente a la computadora contándoles como vivir feliz a pesar de todo y de todos. Guiño

 

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